Bautista Valentín Galván (Tindanga, Comber, Charly)

Bautista Valentín Galván


Bautista tiene todos esos apodos y más, diremos el origen de ellos:

Tindanga: porque su madre Nicaoliza Galván (fallecida) cuando él estaba pequeño le deba mucho té y a Tindanga le encantaba y siempre pedía mas. En ese tiempo el Té era conocido por tindanga, una tindanga era un té; de ahí el apodo.

Comber: En su juventud se usaban mucho los tenis Converse, el que tenia un tenis de esa clase era señal de buena posición y de que estaba en la moda; pero Tindanga no tenia esas condiciones para usar un tenis de esa clase, así es que tenia unos viejos “derrengado” como él mismo dice y de pacotilla, entonces cogió dos etiquetas de unos Converse ajeno y se las puso a sus tenis viejos, todo el que miraba los tenis sabia que no eran de esa marca y le encajaron Comber.
Tiene un sin número mas de apodos que la gente se lo ha puesto de acuerdo a la circunstancia y a la persona de quien se trate.

¿Por qué tu eres popular en el pueblo? Le preguntamos, él responde:
—“Porque soy tranquilo, no le he hecho maldad a nadie, me gusta el ron y bailar salsa…Ah y las mujeres…JA, JA, JA”.

En el área laboral ha ejercido diferentes oficios: camarero casi 20 años en el Típico Naranjo, luego administrador del mismo; cargador de camiones y de un tiempo a esta parte Moto Conchista, gracias a un motor que le regalo “su pana Kinito Méndez” .

Lo cierto es que Tindanga es de todo el mundo conocido, por todo lo antes expuesto y por los jumos que se da, cuando esta en esas condiciones camina haciendo eses, no se le entiende lo que dice y los ojos los tiene sin vista. Pero es buena persona Tindanga. Lea esta anécdota relatada por él mismo:

Nos cuenta Tindanga: Una vez me llevaron unos panitas entre amigos y primos a una piscina del Hotel Maguana en San Juan de La Maguana, ahí se estaba celebrando un fieston, yo era un pollito de 25 años mas o menos y buen mozo, frente a la mesa que ocupábamos mis amigaos y yo había otra ocupada por tres muchachas que estaban muy buenas y una se enamoró de mi. No me quitaba los ojos de encima, tanto que mis compañeros lo notaron; yo engrandecio me paré a bailar con una muchacha cualquiera de las disponibles y cuando subí a la pista a bailar una de las amigas de la muchacha que estaba enamorada de mí se fijo en los zapatos que yo tenia puesto, unos Mocashoes viejos, feos, baratos y con los talones torcidos, y le hizo seña a la amiga que me mirara los zapatos, cuando mi enamorada me vio esos zapatos hizo un gesto de desprecio y ahí mismo volteo su silla y no me miro jamás. Estoy seguro que ella pensó “ese se ve que es un infeliz”. Y no se equivocaba.

Tindanga tiene otras anécdotas que ya las diremos en la sección de humor.



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